Voces en las ondas
Apenas había luz en el bosque, era tan de noche que ya empezaban a salir las primeras luciérnagas y los búhos comenzaban a despertarse. Se respiraba un ambiente tranquilo, el ruido de los grillos compensaba la ausencia de sonidos. De repente, de una madriguera sale un conejo, curioso por ver qué le podía deparar el bosque en las horas nocturnas. Al conejo le había llegado la información de que aquel bosque estaba encantado. Puesto que no sabía si eso era cierto, salió de su madriguera y fue a buscar a su amiga la ardilla, que también se despertó para investigar con él. - Ardillita, ¡vamos, que tenemos mucha prisa! No queremos que nadie nos descubra -dijo susurrando el conejo. - Ya bajo, tengo que coger una linterna primero- le susurró Ardillita. Los dos se adentraron en las profundidades del bosque, sigilosos y atentos de lo que pasaba a su alrededor. Para hacer más divertida la caminata, Ardillita le enseñó a Conejo un trabalenguas que había aprendido ese día en la escuela, que